Ilyin, que puede tener sueños premonitorios, soñó que pasaba su primera noche con el duque de Biflten. «¿Voy a casarme con el duque de Biflten?». El renombrado duque era conocido por hacer que el cuerpo se pusiera rígido cuando te cruzas con su mirada. Además, es un loco cuya espada es más rápida que las palabras. —Puedes irte de esta mansión cuando quieras. Susurró el duque de Biflten en la noche oscura. A diferencia de los rumores, él era amable, pero jamás mostraba su rostro. Entonces, Ilyin, después de pasar diez noches con él preguntó. —¿De verdad el cuerpo de alguien se convierte en piedra al mirarle a los ojos? —No. —Entonces, ¿podrías mostrarme tu rostro? —Claro. Fue mucho más fácil de lo que pensó, pero su marido sin rostro guardó silencio por un momento. Luego, susurró con una voz baja y dulce, como un demonio. —Pero tienes que prometer algo. —¿Qué cosa? —Si me miras, jamás podrás dejar este castillo de nuevo, Ilyin. «Yo tampoco quiero dejarte». —Así que si quieres huir, huye ahora. A pesar de que su voz no tenía emociones, había un fuerte indicio de obsesión.