Todos conocemos la fórmula del isekai. El protagonista siempre es un don nadie, se despierta en un cuerpo perfecto y siempre termina dominando su nuevo mundo. Claro, Satoru obtuvo los dos primeros clichés, pero seguro que no eligió renacer como un rey malvado en el juego otome de su exnovia. Tendrá que averiguar rápidamente las cosas antes de que el héroe lo mate a él y a su hija villana... todo mientras lidia con magos sexys, reyes que manosean y un anhelo por la... *ejem* "energía vital" de los hombres. A los cuarenta y cinco años puede ser un poco tarde para un despertar sexual, pero mejor tarde que nunca, ¿verdad?