El Reino de Qihuang estaba dirigido por mujeres, y como eunuco principal, el sueño de Yan Lang era mezclarse, comer, esperar la muerte y renunciar al cargo con honor, mientras se disfrazaba de hombre. Sin embargo, Yan Lang se encontró inesperadamente con el mayor fracaso de su carrera cuando la nueva emperatriz ascendió al trono. ¡Un momento! ¿Por qué la emperatriz era un hombre? Yan Lang apenas logró convencer a la emperatriz de que le perdonara la vida, pero sin siquiera tener tiempo de celebrarlo, esa maldita emperatriz le hizo tragar una píldora. "Lo único que hará esta droga es mantenerte a raya. Compórtate bien y me aseguraré de que no tengas nada de qué preocuparte". "¡Sólo sé una buena emperatriz! A partir de hoy, seré tu leal súbdito durante el día, ¡y te patearé el culo por la noche!" Cada día, Yan Lang vaga al borde del peligro, pues algún día, la emperatriz podría descubrir su secreto: ¡que Yan Lang, el comandante provincial, es en realidad una mujer! El autocultivo del comandante provincial