Una mañana, Shizuku es salvado en la calle por el guapo Kizaki. Pensando que su encuentro es el destino y decidido a perseguir a Kizaki, Shizuku se inscribe para ser modelo en la productora que gestiona Kizaki. Al principio, parece que no hay forma de comunicarse con el distante Kizaki; aparta a Shizuku después de apenas una mirada. Pero con suficiente persistencia, quizás Shizuku pueda descubrir un lado más amable de Kizaki y ayudar al presidente de la compañía a sanar las heridas ocultas de un pasado traumático.